Pestana Palace Lisboa

Ubicado en la freguesia portuguesa de Santa Maria Maior (Castelo), el castillo de São Jorge se alza sobre la colina más alta del centro histórico, por lo que brinda a sus visitantes una de las vistas más hermosas de la ciudad. Aquí podrá explorar vestigios arqueológicos, pasear por los jardines y realizar visitas guiadas.

Uno de los monumentos más importantes de la ciudad de Lisboa, la Torre de Belém es un icono de la arquitectura del reinado de Manuel I de Portugal que servía como fortaleza para defender la entrada al puerto de Lisboa por el río. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y elegida como una de las 7 maravillas de Portugal.

La plaza del Rossio es una de las más animadas de la ciudad. Considerada el corazón de Lisboa, esta plaza está formada por antiguos edificios pombalinos, tiendas, cafeterías y la famosa estación del Rossio, una de las estaciones de tren más bonitas del mundo. Aquí se sentirá como un auténtico lisboeta.

Considerado como el mejor acuario del mundo por TripAdvisor, el Oceanário de Lisboa cuenta con un gran acuario central y cuatro diferentes hábitats marinos. Durante la visita podremos ver aves, invertebrados, peces, anfibios, mamíferos y plantas. El acuario está ubicado en Parque das Nações, el barrio más moderno de la ciudad.

Por las estrechas calles del barrio más antiguo de Lisboa abundan las casas de fado, los restaurantes típicos y las fiestas populares, sobre todo en el mes de junio. Visite el Palacete Chafariz d’el Rei, el Panteão Nacional, la iglesia de São Vicente y el mirador de Santo Estevão con sus espectaculares vistas de la ciudad.

Una de las formas más divertidas de conocer la ciudad es viajando en tranvía. Puede tomar el moderno 15, que comunica el centro histórico con la zona monumental de Belém, o el antiguo 28, que va desde la zona antigua de Graça hasta el barrio de Campo de Ourique, pasando por el castillo y por la catedral de Lisboa.

Los amantes de la gastronomía tradicional no se pueden perder la sardina asada, el bacalao à Brás (dorado), los platos a la parrilla y los dulces de origen conventual, entre los que el pastel de Belém es el máximo exponente. La ciudad ha experimentado un aumento del reconocimiento de la cocina de autor y algunos de sus restaurantes figuran en las listas de los mejores del mundo.